"Soy un simple fusible del rock", dice Javier Pedelaborde, a sabiendas de los riesgos que ello implica. El lleva 30 años dentro de la movida; conoce decenas de personas, trucos y también miserias y alegrías. Fue manager y sigue siendo amigo de Charly García, como de tantos otros músicos de la escena nacional, y estuvo unos 20 días en Tucumán trabajando junto a Luis Gómez Salas, en el lanzamiento de su disco "Tirame al cielo".
"Soy el que conecta el producto con el productor. Para ser sincero no soy productor porque hay que trabajar mucho.... prefiero juntar las partes, aunque a veces no vea una moneda porque ellos no son b..., y si reciben la cosa cocinada se olvidan de uno. Pero también hago estas cosas por placer", asegura.
Se define a sí mismo como un trabajador del verano. Administra el balneario Robinson Crusoe en Pinamar, y hasta allí llegará Gómez Salas como residente. "Trabajo todo el año para el verano... en realidad, trabajo dos meses para vivir medio año...", dice y se ríe con ganas.
Entre amigos
Javier se involucró con el mundo del rock a principios de los 80, cuando a través de Pappo, que era su amigo, conoció a Charly. "Cuando se fue a España a presentar 'Clics Modernos' me subí al avión por mis medios. Así de simple fue, y a partir de ahí empecé a conocer a todos los demás", cuenta.
En esa época trabajaba en un balneario en Punta del Este, y aunque no se estilaba tener grupos en vivo, él empezó a probar con sus amigos.
Como conocedor del paño, está decepcionado con la actualidad del rock argentino. "Hace un tiempo me encontré con Moris en un estudio de grabación, y me dijo: 'Charly es el padre del rock nacional, los demás somos del rock nació-mal'", recuerda.
Y vuelve a citar a Charly cuando señala que él sostiene que "el futuro del rock ya es pasado". "Imaginate si Oasis son Los Beatles de hoy, estamos muy mal parados, es un horror", asegura, pero esta vez no se ríe.
"Está todo tan mal, que apuesto a unas cuantas bandas con las que estoy trabajando, como la Magic Star y Los Disparados, donde toca el hijo de Juanse, y ahora a Luis", remarca.
Javier está ayudando a Gómez Salas en su proyección nacional, y además de tenerlo en su balneario está organizando algunos shows en Buenos Aires. "El firmó con un sello nacional importante, y eso ayuda porque es un tipo que hace muy bien las cosas, compone lindas canciones, toca bien y es un gran showman que sabe manejarse en el escenario...", evalúa.
"Yo hago eso. Escucho muchas bandas, y cuando encuentro una buena trato de ayudarla a afianzarse, a contactarse con sellos, festivales y organizar shows", explica.
Su relación con Gómez Salas se afianzó cuando en el verano Juanse llegó sin aviso al balneario de Pinamar con ganas de tocar. "Teníamos todo, pero le faltaba un tecladista. Yo sabía que Luis estaba en Villa Gessell, lo llamé y me salvó las papas", confirma.
Javier tenía ganas de quedarse unos días más en Tucumán, con la intención e ver a Andrés Calamaro (otro amigo) el 7 de octubre, pero problemas familiares en Buenos Aires y habitacionales en Tucumán (sic), lo obligaron a regresar.
"Pero esta provincia me encanta y voy a volver, así que bánquensela", remata al despedirse.
"Soy el que conecta el producto con el productor. Para ser sincero no soy productor porque hay que trabajar mucho.... prefiero juntar las partes, aunque a veces no vea una moneda porque ellos no son b..., y si reciben la cosa cocinada se olvidan de uno. Pero también hago estas cosas por placer", asegura.
Se define a sí mismo como un trabajador del verano. Administra el balneario Robinson Crusoe en Pinamar, y hasta allí llegará Gómez Salas como residente. "Trabajo todo el año para el verano... en realidad, trabajo dos meses para vivir medio año...", dice y se ríe con ganas.
Entre amigos
Javier se involucró con el mundo del rock a principios de los 80, cuando a través de Pappo, que era su amigo, conoció a Charly. "Cuando se fue a España a presentar 'Clics Modernos' me subí al avión por mis medios. Así de simple fue, y a partir de ahí empecé a conocer a todos los demás", cuenta.
En esa época trabajaba en un balneario en Punta del Este, y aunque no se estilaba tener grupos en vivo, él empezó a probar con sus amigos.
Como conocedor del paño, está decepcionado con la actualidad del rock argentino. "Hace un tiempo me encontré con Moris en un estudio de grabación, y me dijo: 'Charly es el padre del rock nacional, los demás somos del rock nació-mal'", recuerda.
Y vuelve a citar a Charly cuando señala que él sostiene que "el futuro del rock ya es pasado". "Imaginate si Oasis son Los Beatles de hoy, estamos muy mal parados, es un horror", asegura, pero esta vez no se ríe.
"Está todo tan mal, que apuesto a unas cuantas bandas con las que estoy trabajando, como la Magic Star y Los Disparados, donde toca el hijo de Juanse, y ahora a Luis", remarca.
Javier está ayudando a Gómez Salas en su proyección nacional, y además de tenerlo en su balneario está organizando algunos shows en Buenos Aires. "El firmó con un sello nacional importante, y eso ayuda porque es un tipo que hace muy bien las cosas, compone lindas canciones, toca bien y es un gran showman que sabe manejarse en el escenario...", evalúa.
"Yo hago eso. Escucho muchas bandas, y cuando encuentro una buena trato de ayudarla a afianzarse, a contactarse con sellos, festivales y organizar shows", explica.
Su relación con Gómez Salas se afianzó cuando en el verano Juanse llegó sin aviso al balneario de Pinamar con ganas de tocar. "Teníamos todo, pero le faltaba un tecladista. Yo sabía que Luis estaba en Villa Gessell, lo llamé y me salvó las papas", confirma.
Javier tenía ganas de quedarse unos días más en Tucumán, con la intención e ver a Andrés Calamaro (otro amigo) el 7 de octubre, pero problemas familiares en Buenos Aires y habitacionales en Tucumán (sic), lo obligaron a regresar.
"Pero esta provincia me encanta y voy a volver, así que bánquensela", remata al despedirse.